AVÍO DEL ALMA

miércoles, 31 de mayo de 2017

LA REFLEXIÓN... CAMINO A LA FELICIDAD.

REFLEXIONAR…,
EL CAMINO PARA SER FELIZ.


La REFLEXIÓN es el camino acertado para ser feliz.

Nuestra vida es un camino por andar. Y nuestros pasos siempre dependen de cómo pensamos. Nuestro cerebro, nuestra mente es “LA TORRE DE CONTROL” de nuestra vida. Y nuestra vida, depende de nosotros mismos.

Nuestra “TORRE DE CONTROL” siempre está en funcionamiento, desde que nacemos hasta nuestro último suspiro. Y la actividad que la mantiene en un funcionamiento perfecto es LA REFLEXIÓN.

Por eso afirmo que la reflexión es el camino para una vida satisfactoria, plena y feliz. Porque, MIENTRAS NO PIENSAS CÓMO VIVES, VAS A VIVIR COMO PIENSAS. No es la vida la que cambia tu pensamiento; es tu pensamiento el que cambia tu vida.

Pero, ¿qué es reflexionar? Porque si no lo sabemos, difícilmente vamos a practicarlo.

REFLEXIONAR, es un conjunto de tres acciones juntas:

1 - PENSAR.
2 - ANALIZAR.
3 - DECIDIR BIEN.

Vamos a explicar este proceso que las personas hacemos continuamente y que lo debemos hacer bien para que nuestra vida sea satisfactoria, plena y feliz.

  1) PENSAR – Es el primer paso. Pensar qué hago, dónde estoy, qué necesito, qué deseo, qué siento, qué edad tengo, qué madurez tengo, qué preparación tengo, qué responsabilidad tengo, etc. PIENSO, Y PIENSO CON REALISMO, no “fantásticamente” y alejado de mi realidad. Tampoco llevado por el deseo, la pasión, o el oportunismo.
  

  2) ANALIZAR – Analizo las consecuencias positivas y negativas; los “pro” y los “contra”; las ventajas y las desventajas; las consecuencias a corto y a largo plazo; las consecuencias para mí y para mis seres queridos; las consecuencias positivas o negativas para mi salud; las consecuencias para mi futuro y para mi vida; las consecuencias para mí y para la sociedad en que vivo. Es decir, HAGO UN EXHAUSTIVO ANÁLISIS DE TODO.

  3) DECIDIR BIEN – Último paso, TOMO UNA BUENA DECISIÓN. Después de haber pensado y analizado bien todo, tomo una buena decisión. No cualquier decisión, no la primera que se me ocurre, no por la que más atraído me siento o la que me resulta más fácil y requiere menos esfuerzo.
Tomo la decisión que más me conviene, para mi bien, para mi salud, para mi vida, para mis seres queridos, para la sociedad en la que vivo.
Decido lo que me hace bien, lo que más me ayuda, lo que es mejor para mí y para los demás (comenzando por los seres queridos), lo que me hace crecer como persona, como ser humano, como cristiano, como esposo/a, como trabajador…


Este es el camino. No hay otro. Los demás caminos ya sabemos adónde conducen: a la destrucción (personal, familiar, social), al hospital, o a la muerte.

Por eso desde aquí les invito a REFLEXIONAR CONTINUAMENTE.

Tengo la dicha de haber descubierto en Septiembre de 2015 los libros REFLEXIONES PARA EL ALMA, de José Luis Prieto. Desde entonces los divulgo con insistencia porque sé que es un instrumento muy valioso para reflexionar. Y también me han llegado muchas noticias de personas que adquirieron un libro a su paso por Itatí, y su lectura les está cambiando la vida. Esto no es propaganda; es una realidad.

Un día escribía en mi Página de Facebook, https://www.facebook.com/aviodelalma.FELI/
que, si alguien adquiría un libro y no encontraba en él nada útil para su vida, me lo devolviera en buen estado y yo le devolvía la plata (el dinero). Han pasado dos años y aún estoy esperando la primera persona que aparezca a decírmelo. Imposible, pero si apareciera, estoy seguro que no lo ha leído.

Por eso te invito también a entrar en la Página de REFLEXIONES PARA EL ALMA, que encontrarás muchas reflexiones que te ayudarán:


viernes, 26 de mayo de 2017

EL GLOBO NEGRO


EL GLOBO NEGRO

  

Un niño negro contemplaba extasiado al vendedor de globos en la feria, el cual era, evidentemente, un excelente vendedor.
En un determinado momento, y para llamar la atención de los transeúntes, soltó un globo rojo, que se elevó por los aires e inmediatamente atrajo a una multitud de posibles clientes.
Luego soltó un globo azul, después uno amarillo, a continuación un globo blanco... Todos ellos remontaron el vuelo hacia el cielo hasta que desaparecieron.
El niño negro, sin embargo, no dejaba de mirar un globo negro que el vendedor no soltaba en ningún momento. Finalmente, le pregunto:
- Señor... si soltara usted el globo negro, ¿subiría tan alto como los demás?
El vendedor sonrió comprendiendo lo que el niño en ese momento pensaba, entonces soltó el cordel con el que tenía sujeto el globo negro, y mientras este se elevaba hacia lo alto, dijo:
- "No es el color lo que lo hace subir hacia el cielo, hijo, es lo que hay dentro de él."

REFLEXIÓN

Las personas no somos “grandes”…:
- por el color de la piel,
- por nuestras capacidades físicas o intelectuales,
- por llegar alto en los puestos políticos, sociales o religiosos,
- por nuestra belleza física.
- por nuestras posibilidades económicas,
- por ser o vivir en un país o en otro…

Todas las personas tenemos la misma dignidad, y somos “grandes” por lo que hay o no hay en nuestro corazón. ¡Nunca lo olvides!

       





miércoles, 17 de mayo de 2017

EL HIJO...


EL HIJO…
QUE SE COMPORTÓ COMO HIJO


Un hijo llevó a su padre a un restaurante para disfrutar de una deliciosa cena. Su padre ya era bastante anciano y, por lo tanto, estaba también un poco débil.

Mientras comía, algo de la comida caía de cuando en cuando sobre su camisa y su pantalón. Los demás comensales observaban al anciano con sus rostros distorsionados por el disgusto, pero su hijo permanecía en total calma.

Una vez que ambos terminaron de comer, el hijo, sin mostrarse ni remotamente avergonzado, ayudó con absoluta tranquilidad a su padre y lo llevó al sanitario. Limpió las sobras de comida de su arrugado rostro, e intentó lavar las manchas de comida de su ropa; amorosamente peinó su cabello gris y finalmente le acomodó los anteojos.


Al salir del sanitario, un profundo silencio reinaba en el restaurante. Nadie podía entender cómo es que alguien podía hacer el ridículo de tal manera.

El hijo se dispuso a pagar la cuenta, pero antes de partir, un hombre, también de avanzada edad, se levantó de entre los comensales, y le preguntó al hijo del anciano:
- “¿No te parece que has dejado algo aquí? “
El joven respondió:
- “No, no he dejado nada”. 
Entonces el extraño le dijo:
- ”¡Sí, has dejado algo! ¡Has dejado en este restaurante una lección para cada hijo, y una esperanza para cada padre!”

El restaurante entero estaba tan silencioso que se podía escuchar caer un alfiler. Aquella escena quedó grabada en la mente de todos los comensales y camareros, y desde ese momento, quienes fueron testigos de esa escena, se están preguntando cómo estoy tratando yo a mis mayores, y cómo me gustaría que me traten cuando yo sea mayor. 

Uno de los mayores honores que existen en la vida es poder cuidar de aquellos adultos mayores que alguna vez nos cuidaron a nosotros. Nuestros padres, y todos esos ancianos que sacrificaron sus vidas, su tiempo, dinero y esfuerzo por nosotros, merecen nuestro máximo respeto.

REFLEXIÓN


Con mucha frecuencia me encuentro en los velatorios y en los funerales familiares del difunto (hijos, hermanos, padres, tíos, sobrinos) que lloran desconsoladamente ante la muerte de su ser querido. Pero mientras vivían no se acordaban de él/ella, y no tenían tiempo para visitarle y compartir algo de tiempo con esos “presuntos” seres queridos.
La vida estaba tan llena y estaban tan ocupados, que era absolutamente imposible hacerse un hueco en la agenda para compartir al menos un rato. Y así han pasado meses y años, sin demostrar que esa personas realmente nos importaban.
Y de pronto… SE MUEREN, sin previo aviso, y dejamos todo para ir al entierro, y hacernos los compungidos delante de los demás, cuando el difunto ni ve nuestra cara, ni le importan nuestras lágrimas, ni va a cambiar ya nada su realidad. Ni siquiera nos va a poder responder con una sonrisa.
¿No será mejor que REFLEXIONEMOS a tiempo cómo estamos actuando? Hoy puede ser un gran día para que te lo plantees. Mañana, la próxima semana, el mes que viene, el próximo año… puede ser demasiado tarde.
No quieras suplir mañana con lágrimas lo que aún estás a tiempo de hacer hoy.