AVÍO DEL ALMA

viernes, 26 de agosto de 2016

GOTITAS DE AMOR





Gotitas de Amor

Un gran incendio se desató en un bosque de bambú.
  Las llamas alcanzaban grandes alturas. Un pequeño picaflor fue al río, mojó sus alas y regresó sobre el gran incendio, agitándolas con la intención de apagar el fuego. Incesantemente iba y venía con sus alas cargadas de agua.
 
Los otros animales observaban sorprendidos la actitud de la pequeña ave y le preguntaron:  

- Oye, ¿por qué estás haciendo eso? ¿Cómo es posible? ¿Cómo crees que con esas gotitas de agua puedes apagar un incendio de tales dimensiones? ¡Jamás lo podrás lograr!
El picaflor con una gran ternura respondió: El bosque me ha dado todo, tengo un inmenso amor por él. Yo nací en este bosque que me ha enseñado el valor que tiene la naturaleza. Este bosque me ha dado todo lo que soy y tengo. Este bosque es mi origen y mi hogar, por eso y aunque no lo pueda apagar, si es necesario voy a dejar mi vida lanzando gotitas de agua, llenas de amor.

Los otros animales entendieron el mensaje del picaflor y entre todos le ayudaron a apagar el incendio.

Cada gotita de agua puede apaciguar un incendio. Cada acción que con amor y entusiasmo emprendemos, se reflejará en un mañana mejor. No subestimes las gotas, porque millones de ellas forman un océano. Todo acto que con amor realizamos, regresa a nosotros multiplicado.

* ¿Qué nos enseña esta historia?
* ¿Qué aplicaciones prácticas tiene?
* ¿Cuál va a ser la GOTITA DE AGUA que tú vas a aportar hoy a nuestro mundo?



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viernes, 19 de agosto de 2016

NADIE NOS ENSEÑÓ A AMAR


ENTREVISTA

Ramón Torres, "el Gurú del amor":
“Nadie nos enseña a amar”

Es psicólogo y máster en psicología clínica de Paraguay, dicta charlas sobre parejas en distintos países y es columnistas de los diarios latinos más importantes. Publicó su libro “El amor, así de simple, así de complicado”. Tiene más de tres millones de seguidores y se convirtió en el “gurú” del amor del momento.

En una charla exclusiva con PRIMERA EDICIÓN, Torres comentó eso tan maravilloso, fugaz, eterno, pero complicado que es el amor. Como si fuese una charla de diván, el profesional explicó que “en la vida nadie nos enseña a amar, no es un aprendizaje que podamos tener como en la escuela, donde los maestros explican matemática, lengua o geografía. A esto se suma lo que ocurre en muchos hogares. En casa, nuestros padres tampoco tuvieron la información o valentía de hablarnos, porque ellos también tenían problemas para sobrevivir como pareja. Otros se divorciaron y menos le hablaron a sus hijos sobre amor. Esta realidad golpea a los más pequeños que nunca vieron a sus padres besarse, abrazarse mutuamente o teniendo alguna muestra de cariño. Ellos creen que el amor es así y sufren mucho” opinó el psicólogo. 


Con respecto a lo que significa el amor en la vida de las personas, Torres describió: “El amor es la fuerza más poderosa del universo, es el vínculo perfecto entre los seres humanos. Es el mecanismo para hacer feliz a otra persona”. 



Pero este noble sentimiento se puede contaminar por otros factores. “Se vuelve tóxico cuando creemos que el amor es el que vemos en las novelas o creemos que por ese amor hay que aceptar que me lastimen, humillen, maltraten y engañen. Una relación donde haya maltrato psicológico, económico, sexual o físico, esa es una relación tóxica y a veces uno no sabe cómo salir, porque en realidad nadie nos enseña a amar”, aseguró.


En sus charlas, Ramón Torres quiere mostrar otra perspectiva de todo lo que afecta a las personas cuando sufren por amor. Frecuentemente estas personas vagan por la vida buscando la felicidad, con la esperanza de encontrar a otras personas que las hagan felices, sin sospechar que, cuando las encuentran, éstas también buscan lo mismo y “cargamos en los hombros de nuestra pareja o un tercero, la responsabilidad que es nuestra. Cada ser humano tiene que encontrar la felicidad en uno mismo”. 


Las personas buscan ser felices en la vida, en cambio, muchas veces creen que la culpa de su infelicidad es de su pareja, porque esperan que ésta las haga felices, sin embargo muchas veces la otra parte también espera lo mismo, “así comienzan las peleas y enojos que destruyen al amor” opinó el profesional. 


¿En qué radica su éxito con las personas?
¿Se sienten identificadas con sus palabras?


Nosotros muchas veces creemos que un psicólogo o un terapeuta tienen todos los problemas resueltos y entonces sentimos cierta admiración y deseo que lo que ellos sepan nos ayude. Es obvio que las personas irán por la vida buscando algo que las oriente y que les muestre la salida. Muchas veces tenemos tanto sufrimiento que no sabemos cómo dejar de sufrir, es natural que pensemos que alguien deberá tener la respuesta. Vamos por la vida buscando a alguien que nos haga felices, ese es el gran engaño que sentimos cuando una pareja promete amor y no es serio, después vienen otras parejas que hacen lo mismo, y nos queda un gran dolor en el corazón. Eso sucederá hasta que nos encontremos con nosotros mismos, allí descubriremos que el verdadero amor es descubrir que podemos amarnos y ser felices. En realidad es “si yo la amo, quiero que sea feliz, pero si yo espero que me haga feliz ya no es amor”, se llama dependencia emocional, un trastorno de la personalidad por dependencia.


El ser humano, en sí mismo tiene todas las condiciones para ser feliz pero muchas veces cuesta. Uno siempre dice “no quiero estar solo o quiero que me ame como lo amo”, entonces se vuelve una relación dependiente, de alguna manera nos sometemos a la otra persona y si algo le gusta me voy a sentir muy feliz y si no, se acabó el mundo. 

Por eso hay que diferenciar: el amor es la decisión de hacer feliz a la persona que deseo amar. Si decido que otro ser humano me llene, provea o sea causante de mi felicidad, ese caso ya no es amor, sino trastorno de la personalidad. 


¿Cómo actúa la tecnología en las relaciones?


Einstein lo dijo el siglo pasado: “va a llegar un día en que la tecnología nos va aislar de la gente que tenemos a lado y nos va a volver idiotas”. Hoy en día hay muchas relaciones ficticias, con la tecnología es muy fácil ser una persona casi perfecta, puedo hablar de amor del otro lado del mundo o del barrio, con alguien que ni conozco y pensar que esa persona es el ideal o que piense que soy increíble porque lo comprendo, lo escucho y me río. Pero en el fondo puedo tener un interés y nada más. En todo caso la situación cambia cuando se conocen en la realidad. Y puedo pensar que “esa persona no era lo que yo creía”. 
   


Incluso estas personas que comenzaron virtualmente, luego permiten la infidelidad en la pareja: “el Whatsapp generó millones de divorcios, en los países del norte y junto con Facebook se usan como causales de divorcio. La tecnología nos hizo más vulnerables, un aparato que conoce todos nuestros secretos.


¿Se puede ser infiel a quien se ama?


La infidelidad tiene que ver con una cuestión de valores, no se trata de amar o no amar, esa es una gran confusión que solemos tener. Creemos que si alguien ama no va a ser infiel, pero en realidad la persona a la que le gusta ser infiel no tiene la contextualización de que tienen que ver con el amor. La mayoría de las personas van en busca del placer, la adrenalina que provoca el engaño básicamente.



En este aspecto, la infidelidad se diferencia en una cuestión de género.
Para la mujer, la diferencia del sexo y amor casi no existe, si va a ser infiel y busca relacionarse, es porque se siente carente emocionalmente. Su pareja de alguna manera no le está haciendo caso, no es cariñoso y aparece alguien que sí lo hace.
Para el hombre es casi más placer sexual que tiene que ver con su libido, la producción de testosterona, algo más biológico que no tiene que ver tanto con lo emocional.


¿Qué consejos daría a los jóvenes
que se inician en el amor?


Sería bueno que los padres hablaran con sus hijos, pero muchas veces no saben cómo hacerlo. El enamoramiento no es igual que el amor, al principio uno se enamora con locura y cree que el universo explotó y descubrió el amor, pero en realidad esa etapa siempre se termina, es algo que no nos explicaron.



La mayoría de los investigadores habla desde cero a tres años de enamorado, hay locura, pasión, deseos y ganas, cuando esto se termina viene el momento de comenzar a amar y generalmente los adolescentes y los jóvenes no están preparados. Los padres deberían explicar que enamorarse y amar no es la misma cosa.



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jueves, 11 de agosto de 2016

AUTOLESIONES EN ADOLESCENTES



Más autolesiones en jóvenes por el “efecto llamada” de algunas webs


La Fundación Anar de ayuda a niños y adolescentes ha detectado que se han triplicado en los últimos años como una "llamada de auxilio"

No hacen falta armas sofisticadas para autodestruirse. Los objetos domésticos o de material escolar pueden convertirse en una herramienta cotidiana y accesible para las autolesiones, una práctica que se ha triplicado entre los adolescentes, según denuncia la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (Anar).

Esta práctica es descrita por la Fundación como "una llamada de auxilio", una forma del menor de trasladar sus emociones al plano físico, un síntoma de un problema mayor que no saben expresar.

La psicóloga y responsable de la Formación de Anar, Luisa Fernández Yagüe, quiso mandar un "mensaje de alerta": "Estamos muy, muy, muy asustados por el aumento de autolesiones en adolescentes". En cifras, las llamadas al teléfono Anar -de ayuda al menor y adolescente- se triplicaron en 2015 respeto al año anterior: de 344 llamadas a 832, según ha explicado durante uno de los cursos de verano de la UIMP en Santander.

"Son llamadas en las que (los jóvenes) nos cuentan algún problema, y al preguntarle cómo lo gestionan, dicen "me corto". Sin buscarlo, al hacer esta pregunta nos salta a la cara el recurso a la autolesión, y de esto a la ideación de suicidio hay un paso", señala la psicóloga. "Nos asusta porque se está poniendo de moda, se vuelve viral y hay miles de páginas donde explican cómo hacerlo, dan instrucciones, de las que tenemos que alertar a la Unidad de Delitos Tecnológicos para que las retiren".

Los celulares de última pueden ser un agravante, según denuncia en declaraciones a EL MUNDO la subdirectora del Teléfono Anar, Diana Díaz: "Los celulares amplifican los problemas; hablamos de adolescentes o niños preadolescentes, con 10 o 12 años, a los que ya les están regalando dispositivos avanzados y que no tienen el criterio para discriminar los contenidos", sentencia, mientras que Fernández Yagüe insta a facilitar a los niños "celulares para comunicarse", pero más básicos.

La ponente reproduce las razones que los propios adolescentes dan a la hora de explicar esta práctica: "Le preguntas ¿para qué lo haces?, y responden: 'Para sentirme que estoy vivo, para no sentir anestesia, porque es la única forma que tengo de expresar el sufrimiento'". Este razonamiento implica que "se van al dolor físico para expresar el dolor emocional".

Díaz sostiene que lo hacen para expresar emociones como rabia, ira o soledad; unido a "las dificultades para expresarse, les lleva a autolesionarse como una manera de aliviar momentáneamente esa ansiedad y esas emociones desagradables". La razón final es la "sensación subjetiva de soledad", asegura Díaz, una "soledad acompañada, donde ellos sienten que sus emociones no son tenidas en cuenta y sus problemas cotidianos no son vistos".

Esta situación, según Fernández Yagüe, trasluce un "fallo grandísimo" en la ayuda emocional que dan los padres, que tienen dificultades en reconocer las emociones del niño: "Cuando vemos a un bebé que hace pucheros, le preguntamos qué le pasa, sus emociones se ven en nuestro espejo", relata Fernández. "Pero esta función parece que no la estamos haciendo bien, porque cuando los niños se están volviendo adultos no saben verbalizar lo que les pasa, expresarse o recibir consuelo. Eso es lo que está detrás de las autolesiones", argumenta.

¿Cómo deben actuar los padres?



1.-   "El primer elemento para combatir las autolesiones es escuchar. No hay que ignorar nunca las autolesiones. Si lo veo, tengo que hablar con mi hijo de este tema"; aseguró, debido a que "el problema no es la autolesión", sino que son "otras mil cosas" las que pueden estar pasando. "Hay que ver qué está detrás, hay que mirarlo frente a frente, sentarnos y tener una conversación serena y tranquila".


2.- El gran reto es enseñar a los niños a gestionar los sentimientos, con un primer paso: "Acompañar y legitimar las emociones", darles nombre y transmitir que "todas las emociones son legítimas: la rabia, la tristeza o la frustración son universales y todos nos podemos sentir así en algún momento".


3.- No restar importancia a los problemas del niño es otro de las advertencias a seguir; "Decir que no pasa nada es muy negativo. Desde nuestra visión adulta puede parecer que no tiene tanta importancia pero sí la tiene si el niño está pidiendo ayuda a su manera", explica.


4.- Serenidad. Además, el padre debe "expresar que importa lo que le pase a tu hijo y decírselo. Manifestar que le quieres ayudar". Esto debe estar acompañado de un factor clave: la serenidad: "Sobre todo tiene que estar muy sereno, porque a veces nos da miedo el tema de las autolesiones porque es muy desagradable y ver una autolesión en un niño no es fácil, despierta muchas emociones".


5.- "En ningún caso regañar, todo lo contrario". Éste es otro de los puntos en los que la psicóloga hace hincapié. Esta práctica "no es un desafío en ningún caso, sino un mal manejo de su emoción y hay que valorar si necesita apoyo psicológico", relata. "Uno desde el no saber qué hacer, se puede enfadar, pero la actitud debe ser de cercanía, de preocupación.


Por ANA CABANILLAS





Más información útil en:   http://www.anar.org/



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miércoles, 3 de agosto de 2016

EL CIRCO

EL CIRCO



Cuando yo era adolescente, en cierta oportunidad estaba con mi padre haciendo fila para comprar entradas para el circo. Al final, sólo quedaba una familia entre la ventanilla y nosotros. Esta familia me impresionó mucho. Eran ocho chicos, todos probablemente menores de doce años. Se veía que no tenían mucho dinero.

La ropa que llevaban no era cara, pero estaban limpios. Los chicos eran bien educados, todos hacían bien la fila, de a dos detrás de los padres, tomados de la mano. Hablaban con excitación de los payasos, los elefantes y otros números que verían esa noche. Se notaba que nunca antes habían ido al circo. Prometía ser un hecho saliente en su vida.

El padre y la madre estaban al frente del grupo, de pie, orgullosos. La madre, de la mano de su marido, lo miraba como diciendo: “Eres mi caballero de brillante armadura”. Él sonreía, henchido de orgullo y mirándola como si respondiera: “Tienes razón”.

La empleada de la ventanilla preguntó al padre cuántas entradas quería. Él respondió con orgullo: “Por favor, deme ocho entradas para menores y dos de adultos, para poder traer a mi familia al circo.” La empleada le indicó el precio. La mujer soltó la mano de su marido, ladeó su cabeza y el labio del hombre empezó a torcerse.

Este se acercó un poco más y preguntó: - “¿Cuánto dijo?”

 La empleada volvió a repetirle el precio. ¿Cómo iba a darse vuelta y decir a sus ocho hijos que no tenía suficiente dinero para llevarlos al circo?



           Viendo lo que pasaba, papá puso la mano en el bolsillo, sacó un billete de veinte dólares y lo tiró al suelo (nosotros no éramos ricos en absoluto). Mi padre se agachó, recogió el billete, palmeó al hombre en el hombro y le dijo: “Disculpe, señor, se le cayó esto del bolsillo.”


El hombre se dio cuenta de lo que pasaba. No había pedido limosna, pero sin duda apreciaba la ayuda en una situación desesperada, angustiosa e incómoda. Miró a mi padre directamente a los ojos. Con sus dos manos le tomó la suya, apretó el billete de veinte dólares y con labios trémulos y una lágrima rodándole por la mejilla, replicó:

- “Gracias, gracias señor. Esto significa realmente mucho para mi familia y para mí.”

Papá y yo volvimos a nuestro auto y regresamos a casa. Esa noche no fuimos al circo. Pero no nos fuimos sin nada…



Hay más alegría en dar que en recibir.



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