AVÍO DEL ALMA

viernes, 29 de mayo de 2015

VIOLADA CON 14 AÑOS

El testimonio emocionante de Crystal Blount

 La violaron con 14 años: cuando la llevaban a abortar, Dios le hizo ver que su bebé era inocente.

Crystal Blount pasó un proceso durísimo al ser violada 
y quedar embarazada con 14 años...
pero hoy ve de ser bien nacidos apostar por la vida.

     Crystal Blount fue violada a los 14 años, pero no abortó. Explica que Dios le guió en su decisión y hoy es una entusiasta oradora a favor del derecho a vivir de todos, también del de los bebés engendrados en violación.

    Cuenta su testimonio en primera persona en la web SalvarEl1 y en su web www.crystalblount.com .

    Fui madre biológica como consecuencia de un acto de violación. Sé lo que mucha gente piensa sobre el aborto en casos de violación, y quiero compartir mi historia para ofrecer un punto de vista alternativo que invite a la reflexión.


       Entiendo cómo este problema puede afectar a la persona y lo duro que es afrontar el hecho de llevar adelante un embarazo después de haber sufrido una violación, algo que parece imposible de comprender. 

Solía pensar que era la única en el mundo a quien le había sucedido. Pero no estoy sola y ahora tengo muchas amigas que han pasado por lo mismo y todas hemos salido adelante.


Violada a los 14 años



       Yo era una muchacha joven. Tenía 14 años, era estudiante de primer año en el instituto, virgen, practicante, inteligente. Fui violada en el campus de la escuela secundaria por un chico de clase alta con el que apenas tenía trato. Lo conocí en una clase de matemáticas de nivel superior y me convenció para ir con él al departamento de música, donde me llevó a una habitación oscura, y me violó. 


       No se lo dije a nadie durante casi tres meses, hasta que ya no pude ocultar que estaba embarazada. Yo era la niña mimada de mi padre y estaba destrozada porque había perdido mi virginidad, algo sagrado que esperaba guardar hasta el matrimonio. No podía soportar la idea de decepcionarlo.


       Concerté dos citas en un centro de abortos; una para que mi padre no se enterase y, la segunda, porque mi propio padre insistió, al sentirse avergonzado por haber fracasado en lo que él entendía que era protegerme y para salvaguardar el buen nombre de la familia. Me sentí avergonzada y triste por haberle fallado y asustada de destrozar a mi familia.





Dios, inocencia y confianza


       Pero entonces, algo hizo cambiar todo. De camino a la segunda cita supe que Dios me hablaba y me decía que la sangre de ese bebé que llevaba en mi seno era inocente y que confiara en Él, que iba a llevarme de la mano. 

       Le pedí a mi padre que detuviera el coche y le dije que no sabía qué iba a hacer (mantener al bebé o darlo en adopción), pero que iba a llevar a término el embarazo y que quería que aquella niña inocente viviera. 


       Me sentí con el deber de proteger esa vida indefensa que crecía dentro de mí. Yo había visto el latido de su corazón. Supe, al instante, sentada en el coche, que no era culpa suya, no importaba quién la había engendrado, aunque fuera un violador. Entonces, supe que era mi deber y Dios, de alguna manera, me daría la fuerza para traerla al mundo.


La vía de la adopción... 

...la niña es buena estudiante



       Hice exactamente eso y elegí la adopción para mi hija. Escogí a sus padres, una pareja casada que llevaban siete años intentando formar una familia. Mi hija ha sido una buena estudiante y se graduó con muy buenas notas en el instituto. Ha sido aceptada en cuatro universidades y quiere convertirse en cirujano traumatólogo.


       Mi familia es genial y las dificultades por las que pasamos con mi embarazo nos hicieron más fuertes. De hecho, mis padres llevan más de 30 años de casados. Mi padre me ha pedido disculpas, y dice que está orgulloso de que confiase en Dios en lugar de obedecerlo a él, y porque ama muchísimo a su nieta.




       Mi hija sabe que ella es un regalo de Dios. Se lo digo cada vez que tengo oportunidad. Se parece mucho a mí, y cuando veo su sonrisa, veo cuán bueno es Dios y cómo convirtió esa terrible experiencia en algo hermoso.


       Aunque mi hija no conozca a su padre biológico, y probablemente nunca lo haga, tiene un padre adoptivo que la ama mucho y moriría por ella, un abuelo biológico (mi padre) que ahora está loco por ella y orgulloso (finalmente, superó sus reticencias y nos sentimos ahora más unidos que nunca), y muchos tíos, tías y primos por mi parte y también de la parte adoptiva. 


       Ella se ha dado cuenta de lo maravilloso y sorprendente que es Dios y cómo Él es capaz de hacer algunas cosas realmente increíbles y milagrosas cuando nos fiamos de Él. Es una adolescente muy feliz que está descubriendo el mundo: le encanta el baile, la fotografía y el canto.



Al compartir, se va la vergüenza



       ¿Cómo lo superé? Principalmente, cuando entendí que Dios por algún motivo quería que las cosas sucedieran así. Compartir mi historia para ayudar a los demás me ayuda, también, porque la vergüenza desaparece cuando hacemos partícipes a los demás. 


       Con el tiempo, la atención psicológica, mis familiares y el apoyo de amigos, fui capaz de superar las contradicciones. 


       Con ayuda y la oración, perdoné al hombre que me violó. ¿Por qué? Porque, después de todo, él también es humano. Alguien probablemente le hirió también en alguna ocasión y pensó que desquitarse no estaba mal.


Una etapa dura: rabia con el bebé, con Dios...



       Sé que la mayoría de las personas no entienden que yo aceptase a esa niña fruto de una violación. He sufrido mucho y tuve que entregar a mi único hijo en adopción después de llevarle nueve meses en mi seno. Fue, sin duda, difícil. Estuve a punto de sucumbir y, no pocas veces, quería hacerme daño porque me sentía avergonzada. 

       
Durante muchos años, lo odié, le culpabilicé, sentía que el mundo había sido injusto conmigo, y yo estaba enojada con Dios. 


       Me sentía débil, como si estuviera loca, sucia, y pensaba que mi hija no merecía vivir. 


       Ahora, después de este largo viaje, tengo paz y veo como mi testimonio impacta a muchas personas día tras día. Espero que mi historia pueda ser también un estímulo para cuantos la escuchen.



Razones para defender a los pequeños


       Por lo tanto, cuando la gente pregunta por qué estoy a favor de la vida, es principalmente por dos razones:
   
      En primer lugar, porque siento pasión por defender esos pequeños corazones palpitantes que Dios espera que nosotros protejamos, les atendamos y seamos lo suficientemente fuertes para traerlos a este mundo, porque cada vida importa. 


       En segundo lugar, estoy a favor de la vida por aquellas mujeres y niñas que tan a menudo se han quedado solas, abandonadas, sintiendo lástimas de sí mismas, y con la sensación de que no son capaces.


       Se les ha dicho habitualmente que la violación les ensucia, y que es impensable llevar adelante el embarazo. 


       Pero los pecados del padre no son los pecados del hijo, ni tampoco mis pecados te pertenecen, o viceversa. Si los violadores no merecen la pena de muerte (por ser considerada demasiado dura), ¿por qué sí deberían recibirla los bebés no nacidos por un crimen que no han cometido?


       Todas las vidas importan. Cada uno de nosotros tenemos la oportunidad de vivir la vida que nos ha tocado. Quiero que todos los bebés no nacidos tengan también su oportunidad, no importa cómo fuera su concepción ni el daño que ocasionara el hombre que me violó.


       Quiero que todos nosotros tengamos nuestra propia oportunidad de ser amor, vida e inspiración para este mundo. 


       Quiero que estemos dispuestos a proteger a los demás, y ayudar a las chicas que han recibido algún tipo de abuso – ayudarlas a no sentirse sucias ni avergonzadas para que luego no tengan que arrancarles literalmente de su interior aquel pequeño que es su propia carne y sangre.



Cada mujer es fuerte y valiosa


       Es mi objetivo ahora decir a cada muchacha que es valiosa, decir a cada mujer que es lo suficientemente fuerte para sobreponerse a cualquier problema, y que hay muchas personas dispuestas a ayudarlas a pesar de todo el entorno hostil. 

       Quiero animarlas a elegir la vida y, si no se ven capaces de ser madres, que opten por la adopción, porque hay personas ansiosas de tener un bebé. 


       Yo me siento muy afortunada cuando pienso en mi hija. Dios no nos deja cuando le llevamos nuestras preocupaciones para que pueda convertirlas en una obra maestra.


       Espero que si llegas conocer a alguien que se encuentre en una situación parecida y dude sobre la vida de su bebé (independientemente de las circunstancias), que pienses en mí, y la animes a superarlo porque saldrá adelante. 


       Hazle saber que nunca estará sola, que hay gente deseosa de ayudar, que ella tiene toda la fortaleza para superar cualquier situación por dura que parezca. 


       Y si es generosa, todo su sacrificio se convierte en algo hermoso. Incluso si tuvo un embarazo no deseado, y sobre todo, si fue fruto de una violación, que piense que no debe cargar con el trauma que supone un aborto, ni tampoco debe castigar a su bebé con la muerte.


La hija de Crystal 



sábado, 23 de mayo de 2015

TU MAYOR TESORO

 Tu  mayor  tesoro

       Cuentan que una vez un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena, mientras pensaba en su vida y reflexionaba…
 " Si tuviera un auto nuevo, sería feliz".
 " Si tuviera una casa grande, sería feliz".
 " Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz".
 " Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz".
    
       En ese momento, tropezó con una bolsita llena de piedras y empezó a tirarlas una por una al mar cada vez que decía en voz alta: 
- "Sería feliz si tuviera..."
       Así continuó pensando en todo lo que no tenía y que por lo tanto impedía su felicidad. De pronto se dio cuenta de que sólo le quedaba una piedrita en la bolsa y la guardó en su bolsillo.
       Al llegar a su casa y vaciarse los bolsillos vio que aquella piedrita era un diamante muy valioso.
¿Te imaginas cuantos diamantes arrojó al mar sin apreciarlos?

REFLEXIÓN
Cuántos de nosotros nos pasamos la vida arrojando nuestros preciosos tesoros, por estar esperando lo que creemos perfecto, o soñando y deseando lo que no tenemos, sin darle valor a lo que tenemos y los que tenemos cerca.  
Mira a tu alrededor. Si te detienes a observar, te darás cuenta cuán afortunado eres. Muy cerca de ti está tu felicidad y no le has dado la oportunidad de demostrártelo.
Observa bien lo que tienes. Tal vez sea un diamante valioso. En realidad, cada día es un diamante precioso, valioso e irremplazable.
Depende de ti aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para nunca más poder recuperarlo.

ORACIÓN
Dame Señor, lo que tú sabes que me conviene y que yo no sé pedir.
Dame un corazón alerta y un oído atento.
Activa mis manos y mi mente, para que esté siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama Señor tu Gracia sobre todos los que amo y concédeme tu paz.
Ayúdame a valorar los “diamantes” que cada día pones en mi vida.
Gracias, Señor, por todo lo que me das.
Gracias, Señor, por todo lo que soy.
Gracias, Señor, por ser el mejor joyero que existe, y adornar mi vida cada día con los “diamantes de tu amor”.

viernes, 15 de mayo de 2015

LA BOTELLA DE LECHE

La botella de leche
Dos hermanos, uno de cinco y otro de diez años, iban por las casas pidiendo algo de comer. Estaban muy hambrientos, pero por más que rogasen por un poco de comida, encontraban una y otra vez el mismo tipo de respuesta: - "Trabajen y no molesten";  "aquí no hay nada, pordioseros”...

         
Pasaron así casi toda un mañana y finalmente, desanimados y tristes los niños se sentaron en un banco de la plaza. 
Una mujer, al verlos llorando, se compadeció de ellos y les entregó una botella de leche.  

¡Qué fiesta! Ambos se sentaron nuevamente. El hermano mayor simulaba estar saboreando la leche y empinaba la botella mientras tapaba con la lengua la boca de la botella para dejar toda la leche para su hermanito. Luego se apartaba la botella de la boca mientras se relamía y decía: - “Qué exquisita está esta leche”,- mirando de reojo al pequeñito-. "Ahora es tu turno. Sólo toma un poquito"
Y el hermanito, le respondía: - "¡Está sabrosa!".
- "Ahora yo"-, dijo el mayor, que seguía fingiendo, beber, porque su propósito era que el pequeño se bebiera toda la botella.
"Ahora tú", "Ahora yo", "Ahora tú", "Ahora yo"...
La mujer, observaba esa escena con su rostro humedecido por las lágrimas, sin poder creer lo que estaba viendo. Esos "ahora tú", "ahora yo" quebrantaron su corazón... Y entonces, sucedió algo que le pareció extraordinario.
El mayor comenzó a cantar, a danzar, a jugar fútbol con la botella vacía de leche. Estaba radiante, con el estómago vacío, pero con el corazón rebosante de alegría. Brincaba con la naturalidad de quien no hace nada extraordinario, con la naturalidad de quien está habituado a hacer cosas extraordinarias sin darles la mayor importancia.
De aquel niño podemos aprender una gran lección: "Quien da es más feliz que quien recibe" Es así que debemos amar. Sacrificándonos con tanta naturalidad, con tal elegancia, con tal discreción, que los demás ni siquiera puedan agradecernos el servicio que les prestamos".
¿Cómo podrías hoy encontrar un poco de esta "felicidad" y hacer la vida de alguien mejor, con más "alegría de ser vivida"? ¡Adelante, levántate y haz lo que sea necesario!
Cerca de ti puede haber un amigo que necesita de tu hombro, consuelo, o quizás un poco de tu alegría y compañía.


Jesús te dice: “Dios los bendecirá a ustedes, los que ahora pasan hambre, porque tendrán comida suficiente. Dios los bendecirá a ustedes, los que ahora están tristes, porque después vivirán alegres”. ( Lucas 6:21)